La Navidad también llega a las Rías Baixas.

Todos, o casi, sabemos lo que significan estas fechas para cada uno en sí mismo hoy en día pero… ¿De dónde viene esta… tradición?

No nos vamos a extender mucho, sólo os voy a poner en situación. El día de Navidad es el 25 de diciembre, cuando se conmemora el Nacimiento de Jesucristo en Belén según los evangelios de San Mateo y San Lucas, y se ha convertido es una de las fiestas más importantes del Cristianismo, junto con la Pascua y Pentecostés. Los angloparlantes utilizan el término Christmas, cuyo significado es ‘misa (mass) de Cristo’. En algunas lenguas germánicas, como el alemán, la fiesta se denomina Weihnachten, que significa ‘noche de bendición’.

Imagen de Google

Y entonces aparece, en el S:III, San Nicolás que según la tradición, no viene del Polo Norte sino de Petara, Asia Menor. Tras la muerte de su tío, éste le sucedió como obispo de Mira, en la región de Licia. Su gran popularidad se debe a los milagros que se le atribuyen. Murió un 6 de diciembre y en su honor se celebraba una fiesta donde los niños eran los protagonistas.

A San Nicolás se le conoce en Alemania como Sankt Nikolaus, y Sanct Herr Nicholaas o Sinterklaas en Holanda. En estos países se decía que cabalgaba por el cielo en un caballo repartiendo regalos (fijaros lo que evolucionó hasta viajar en un carro tirado por renos) vestido como un obispo y que a veces iba acompañado por Ruperto. Tras la Reforma, los protestantes alemanes dieron más importancia al Christkindl (“Niño Jesús”), como donante de regalos el día de su fiesta, el 25 de diciembre (fun, fun, fun!). Cuando la tradición de Nicolás prevaleció, se incorporó a la Navidad. En 1969, el Papa VI, suprimió la festividad de San Nicolás del calendario católico. Irónicamente, el término Christkindl ha evolucionado hasta convertirse en Riss Kringle, otro apodo de Papá Noel.

Esta “tradición” fue popularizada en los Estados Unidos por los protestantes holandeses de Nueva Amsterdam, que convirtieron al santo en un mago nórdico. Su nombre fue abreviado, no solo a San Nic, sino también a Sint Klaes o Santa Claus. Se mudó de Turquía al Polo Norte; y la mitra del obispo fue remplazada en 1931, por el ilustrador de una bebida muy popular que empieza por coca y termina por cola (no nos pagan la publicidad…) que cambió el traje típico de Santa Claus en verde, azul, negro y amarillo, por otro más sencillo con los colores de la marca. Además le dio un carácter alegre y aspecto de anciano con algunos kilos de más (¿será por el turrón y los mazapanes?)

Esto es lo que cuenta la historia pero… ¿y la realidad?  Estos días nos ciegan las luces de los escaparates; los adornos colgados por las calles, nos hacen las aceras más inaccesibles; los eslóganes de los comercios nos clavan en el cerebro la idea de que si no regalas en Navidad, eres una mala persona; las cenas con la familia (a los cuales solo los ves ese único día al año y lo mejor, es que te llega y te sobra); las discusiones en la mesa que si el PP, el PSOE, el PuPú, el Popó; los mensajes impersonales que te envían de forma masiva y te dejan el móvil sin memora; las felicitaciones por la calle de gente (a la cual sueles evitar el resto del año) que te da besos y abrazos; los regalos inútiles; el dineral que te gastas en el resto de los regalos que en ti, jamás gastarías… Uf! ¡¡Y lo felices que somos en estas fechas, a pesar de todo!!   Porque lo bueno está por llegar: vuelven a casa las personas a las que echas de menos el resto del año, en tu casa pones, o te ponen, manjares que el resto del año no te puedes permitir (aun estando en algunos casos un 70% más baratos), bebes codo con codo con tus padres (porque en Navidad, todo vale); te metes con tu prima porque total, hasta dentro de un año no os vais a volver a ver y se va a olvidar; te permites decirle a tu abuela: “abuelaaaa, estírate un poquito que tengo que pagar la fiesta de Fin de Año”; sales todos los días a tomar cañas y a repetir cual disco rallado “Felices Fiestas, Feliz Año” a todo cuanto te cruzas y… Sin embargo, te quieeeero (como dice Sabina).

Bah! Por mucho que nos quejemos, nos encanta la Navidad. Nos encanta que todos los años tengamos la misma pelea en casa porque no queremos ir con no sé quién o porque si queremos y el/la otro no.

Y es que hay que pensar así: es la temporada de las centollas, podemos disfrutar de ricos vinos de las Rías Baixas, las gulas, los percebes, las gambas a la plancha, las cocochas, los turrones de chocolate, los sorbetes de mojito, que más da; los postres pesados, el solomillo, la mayonesa, aaaaaaaahhh.

¡Hay que comprar Almax, ya!

Las cosas buenas no deben cambiar nunca por lo que… Felices Fiestas, que las disfrutéis en las Rías Baixas.

(Info de Google, de donde si no…)

Mela Iglesias

Escapada Rías Baixas

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Una respuesta a La Navidad también llega a las Rías Baixas.

  1. escapadariasbaixas dijo:

    No sé pero… creo que me voy mereciendo una Blackberry PlayBook Tablet!!! O en su defecto, la nueva Blackberry Torch… Jijiji
    Oye, Feliz Navidad a tod@ssssss…

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